El propietario de un restaurante, que instaló una terraza llena de mesas y sillas en la playa de Tamarells en Puerto Pollença, ha sido condenado a seis meses y un día de prisión por un delito grave de desobediencia. Evitará la prisión siempre y cuando no reincida durante un período de dos años. Este período finalizará el 24 de octubre de 2026.
La sentencia, que no puede ser apelada, considera probado que en una “fecha indeterminada pero entre septiembre de 2021 y mayo de 2022” la persona condenada instaló la terraza de su negocio en la zona de baño público sin tener los permisos pertinentes e ignorando las repetidas advertencias del ayuntamiento de Pollensa. Además, una vez que sus instalaciones fueron acordonadas, rompió el sello policial y continuó operando el negocio en la playa hasta la primavera de 2022, cuando el ayuntamiento decidió actuar de oficio y desmantelar la terraza.
La orden establece un importante precedente y tendrá un efecto disuasorio. El mensaje es claro, independientemente de si la zona de dominio público marítimo es responsabilidad de Costas o de los ayuntamientos locales, intentar aprovechar el espacio público para obtener ganancias financieras al margen de los canales legales puede resultar muy costoso.
Durante años, el hombre condenado denunció ser víctima de una presunta persecución política por parte del entonces alcalde de Pollença, Tomeu Cifre Ochogavía, contra quien incluso presentó una denuncia por presunto prevaricación administrativa, denuncia que fue archivada. “El alcalde envió a trabajadores del ayuntamiento que, junto con la policía local, levantaron todos los muebles, incluida toda la terraza en la playa con grúas, rompiendo todo el material”, dijo Santiago Camarote en el momento del incidente.
Camarote argumentó que estaba sufriendo un “trato discriminatorio por parte del alcalde que no actúa contra el resto de los establecimientos que instalan sus terrazas sin autorización”. La diferencia entre uno y otro, argumentó el ayuntamiento en ese momento, “este negocio en particular no solo carecía de autorización para ocupar el espacio público, sino incluso de la licencia comercial pertinente”.
El empresario presentó numerosas quejas ante la Autoridad Costera Balear contra otros restauradores de la zona e incluso contra el propio Ayuntamiento de Pollensa, al que acusó de haber instalado juegos infantiles en la playa de Llenaire. Algunas de sus quejas fueron escuchadas, y Costas ordenó la retirada del parque infantil municipal en Llenaire, lo que provocó una oleada de protestas vecinales que llevó a Costas a rectificar “in extremis” y mantener los parques infantiles en su ubicación original.
“En la sección de la playa ocupada por el ahora condenado (entre la Gola y el rompeolas del puerto) no había ningún restaurante con terraza en la playa. Estaba ocupando la zona de dominio público y para ir desde su restaurante a servir en la terraza tenía que cruzar una carretera. Por eso le negamos la autorización”, dijo Tomeu Cifre Ochogavía después de conocer la última sentencia judicial.
“Era un delincuente y comenzó a amenazarme. Me lo dijo todo. Llegó al extremo de denunciar el parque infantil municipal a Costas, pero no cedimos a ninguna de las amenazas de este individuo. Con el tiempo, los tribunales nos han dado la razón en todos los aspectos, tanto en las denuncias administrativas como en las denuncias penales, y dejan claro que las normas están para cumplirse. Crean un importante precedente para que nadie se atreva a hacer lo mismo. La vía pública pertenece a todos y para instalar una terraza hay que solicitar y obtener los permisos previamente”, concluyó el ex alcalde.