La historia se repite cada día en numerosas ciudades españoles. Un migrante expone su mercancía de ropa falsificada en la calle y en una manta. Cuando se acerca la Policía Local para evitar esa venta ilegal, normalmente los manteros huyen y aquí se acaba esta triste historia, de un hombre intentando ganarse la vida de forma irregular y de otros que, en cumplimiento de su obligación profesional, hacen su trabajo (muchas veces desagradable) lo mejor que pueden.
Pero, el pasado día 30 en Sevilla, desgraciadamente las cosas no ocurrieron así, sino de forma muy trágica. Mamour el senegalés que residía legalmente en España, sólo llevaba en su manta algunas camisetas -presumiblemente falsificadas- de diferentes clubes de fútbol. El “mantero”, de 43 años, al ver que la Policía Local se dirigía hacia él, de forma sorpresiva corrió y se lanzó al Guadalquivir con su hatillo.
Como aparentemente no sabía nadar y se mantenía a flote difícilmente, los policías le ofrecieron una mano para sacarle del río. Pero, Mamour, lejos de agarrar la mano, se soltó y se hundió rápidamente. En una acción loable, dos policías se lanzaron al agua para rescatarle, realizando diversas inmersiones, pero sin encontrar su cuerpo que, finalmente, lograron sacar los bomberos.
Resulta muy difícil saber lo que en aquellos momentos pasó por la cabeza de Mamour: quizás la fatiga de vivir una vida más miserable de lo que él esperaba cuando marchó de su tierra… quizás miedo a ser detenido o a que la Policía Local le incautara los artículos que vendía para sobrevivir, quién sabe.
De esta trágica historia sólo nos queda una imagen más de la vida triste de muchos migrantes. Y el trabajo profesional e impecable de los policías locales, que con toda seguridad no acabó como ellos esperaban.
Horas después de lo ocurrido, cuando el cuerpo de Mamour estaba ya en el Instituto Anatómico Forense para practicarle la autopsia, medio centenar de compatriotas se trasladó hasta la sede central de la Policía Local de Sevilla, para pedir explicaciones. Allí se vivieron momentos de mucha tensión y uno de los concentrados lanzó una botella contra una mampara situada a la entrada de la comisaría, rompiendo el cristal.
Posteriormente, el jefe de la Policía Local y el delegado de Movilidad y Seguridad del Ayuntamiento, Ignacio Flores, se reunieron con una representación de la comunidad senegalesa para darles detalles de lo ocurrido y pedirles que ayudaran a calmar los ánimos de sus compatriotas, como así lo hicieron.
Un final injusto porque la actuación policial fue sin ninguna duda impecable, pero que se puede explicar por la rabia contra la vida que les está tocando vivir, también injustamente, pero por razones que no tienen nada que ver con la Policía Local.
