Joaquín Seisdedos Gordillo se jubiló en 2012 después de 36 años de trayectoria profesional. Quizás sea uno de los gaditanos que podía contar más anécdotas sobre esas ‘mentirijillas’ que uno suelta cuando se ve acorralado por la grúa, pero siempre fue discreto y se las lleva a la tumba. En el ámbito personal, estaba muy vinculado al mundo cofrade y era un gran coleccionista de carteles de Semana Santa de toda España.
Decir su apellido en Cádiz era decirlo todo, desde finales de los 80 hasta bien adentrado este milenio. El reconocido agente de la Policía Local estaba al cargo de la grúa municipal, y por ello en esta ciudad sabían que si Seisdedos te había dejado una ‘notita’ en el coche, es que algo no iba bien. Su fama se extendió tanto que se ganó alguna “mención” en forma de cuplé en el Carnaval.
Hombre serio en su trabajo, pulcro, servidor de la ley, «muy cuidadoso», era a su vez afable y honesto, de ahí que se ganara el cariño de la gran mayoría de sus convecinos, que reconocían que su labor, tan ingrata, era indispensable para el buen funcionar de esta ciudad.
El pasado mes de abril le operaron de una enfermedad oncológica y ha fallecido en este mes de agosto. Deja esta frase que resume su vida: «Yo no me quitaré el uniforme nunca, porque resulta que lo llevo por dentro».