Recientemente, en el acto del 25 aniversario del servicio de emergencias de Extremadura, se han entregado reconocimientos a distintos profesionales y colectivos que se desplazaron a Valencia para ayudar a los vecinos damnificados por la Dana.
Se distinguieron a profesionales bomberos, sanitarios y policías, y en concreto del Ayuntamiento de Talayuela (municipio de más de 9.000 habitantes de la provincia de Cáceres), a los agentes de la Policía Local y a un operario municipal que se desplazaron en noviembre a la zona de la tragedia, para ayudar de forma totalmente desinteresada.
Estos reconocimientos también se han dado en otras Administraciones Públicas, con respecto a los trabajadores que se desplazaron por su cuenta o comisionados para realizar labores humanitarias en los municipios afectados. Y ello es de justicia, reconocerlo.
SECUELAS
Pero la otra cara también existe, como refleja “el Periódico” días atrás, pues hay profesionales de los servicios asistenciales que arrastran secuelas psicológicas derivadas de su vivencia en los momentos de la catástrofe.
Así lo narra un policía local de Picanya, un municipio de más de 11.000 habitantes y que es limítrofe con alguno de los más afectados como Catarroja o Paiporta, que expresa que “te frustra saber que no has podido llegar a todo el mundo”. Este policía es consciente de lo vivido y para intentar aceptar la realidad y que hizo todo lo que pudo, admite la ayuda psicológica para aprender a gestionar sus emociones y poder seguir adelante. “Como policía parece que tiene que asumir que no puede caer ni venirse abajo”, y no es así, también es afectado y tiene que permitirse sentirse como tal.
Ánimo para todas esas PERSONAS que han estado, están y estarán ahí para ayudar cuando se las necesita.