Cada vez que recibes un paquete en 24 horas, cada vez que tu hijo abre un regalo en Navidad, cuando llega el medicamento que necesita tu abuela, cuando colocas esos muebles nuevos en tu salón… hay una historia sobre ruedas detrás. Una historia silenciosa, que rara vez protagoniza titulares, pero que es esencial para que el mundo moderno funcione: la de los camioneros y camioneras.
Hoy, esta historia está en peligro. El 96% de las mercancías que se mueven en España lo hacen por carretera. Solo en los últimos trimestres, el volumen osciló entre 300.000 y 400.000 toneladas. Sin embargo, no hay suficientes manos al volante. Según la Federación Nacional de Asociaciones de Transportistas de España, uno de cada tres camioneros se jubilará en los próximos diez años. De los casi 400.000 profesionales activos, una parte importante tiene más de 50 años, y el relevo generacional brilla por su ausencia.
Y no es por falta de trabajo. La causa son sus deficientes condiciones laborales.
Un trabajo bonito… que ya no compensa
El oficio de camionero tiene un componente romántico, aventurero: kilómetros de carretera, amaneceres en marcha, la radio como única compañera. Pero la realidad es otra. Hoy se hacen más horas y se cobra menos que antes. El sueldo ya no compensa las largas ausencias, las jornadas eternas o el deterioro físico. Lo duro no es conducir –eso dicen muchos–, lo duro es esperar horas en los muelles, hacer cola para cargar y descargar, sin duchas en ocasiones, sin áreas de descanso seguras suficientes, sin tiempo para nada más.
La Europa moderna, conectada y veloz, está al borde del colapso logístico. La Asociación de Transporte Internacional advierte: faltan ya 230.000 conductores en Europa, y si nada cambia, serán 740.000 en solo cuatro años.
Nadie los ve, pero están en todas partes
Pocos hablan de los camioneros que cruzan a diario por la carretera. Detrás de cada uno hay una vida compleja. Divorcios por ausencias prolongadas, padres y madres que se pierden los cumpleaños de sus hijos, semanas fuera de casa donde la pareja se convierte en una especie de «compañero de fines de semana».
No se visitan ciudades como muchos creen. Se llega, se descarga en un polígono industrial, se vuelve a cargar y se sigue. Esa falsa imagen del camionero turista es solo un espejismo. Y mientras tanto, la soledad y el cansancio hacen mella.
Físicamente, este es un trabajo que también pasa factura: sedentarismo, hipertensión, varices, obesidad, hemorroides, diabetes. El 35% sufre problemas digestivos. El riesgo de cáncer de piel es real, por las horas al sol tras el parabrisas. El acceso a una dieta saludable o a ejercicio regular es casi inexistente. Y el apoyo emocional, escaso.
Las mujeres al volante: romper el estereotipo
En España, solo un 2% del sector del transporte por carretera está compuesto por mujeres. En Europa, un escaso 3%. Italia y Alemania lideran, con un 7% y 5% respectivamente, pero siguen siendo cifras marginales.
Ser mujer camionera implica luchar contra miradas, frases hechas y estereotipos. Implica encontrar áreas de descanso donde sentirse segura. Implica trabajar el doble para demostrar la mitad. Pero también hay en ellas una fuerza increíble, una pasión por la carretera que rompe barreras.
La visibilidad es clave: necesitamos más mujeres al volante, no solo por justicia, sino porque el sector lo necesita. Urgente. De las 23.559 mujeres camioneras a los 815.436 camioneros, un ascenso hacía un futuro más igualitario en las rutas.
¿Dónde está el relevo?
Los jóvenes no quieren ser camioneros. No porque el trabajo no sea digno, sino porque las condiciones lo han convertido en algo poco atractivo. Mientras otras profesiones ofrecen flexibilidad, conciliación, mejor salario y menos esfuerzo físico, esta se mantiene anclada en una dureza que ya no se compensa.
Sin un cambio profundo, el sector se desangra. Hace falta:
- Reconocimiento del derecho a jubilación anticipada, como en otras profesiones con alto desgaste.
- Mejoras salariales reales que reflejen la importancia del trabajo.
- Condiciones dignas en carretera: más áreas seguras, baños, duchas, descanso.
- Campañas de atracción para jóvenes, mostrando que ser camionero es esencial y tiene futuro.
- Incentivos específicos para mujeres, incluyendo seguridad y conciliación.
El futuro se mueve sobre ruedas o no se mueve
La logística es la columna vertebral de nuestra economía. Sin camioneros, no hay supermercados llenos, no hay internet en 24 horas, no hay movilidad. Incluso el uso del autobús ha crecido un 11% en lo que llevamos de año: es el transporte más utilizado.
Y, sin embargo, no cuidamos a quienes nos cuidan desde la cabina de un camión o un autobús.
Europa está al borde de un colapso silencioso. Uno que no veremos venir hasta que sea tarde. Pero aún estamos a tiempo.
Este artículo no es solo una denuncia. Es un homenaje. Una llamada a mirar con otros ojos a esos conductores con los que te cruzas cada día sin saberlo. Los invisibles del volante. Los que te traen todo lo que tienes, sin que lo sepas. Porque sin camioneros, se para el mundo.
















