Miquel Quetglas asumió en el mes de marzo su cargo como nuevo jefe de la Policía Local de Sóller (municipio de Mallorca con casi 14.000 habitantes). Quetglas comenzó su carrera en 2003, en la Policía Nacional. Con 24 años tuvo su primer destino en Palma, en la oficina de denuncias, aunque poco después pasó a la Brigada Policial de Seguridad Ciudadana (BPSC). En ella se curtió como policía patrullando las calles de Ciutat. En 2010 ascendió a oficial y en 2017 le ofrecieron partir en una misión diplomática internacional. Así, partió a Nairobi, como jefe de seguridad de las embajadas españolas de Kenia, Uganda y de Somalia.
Inquieto por naturaleza, en ese periodo se licenció en Criminología y en Psicología, materia, esta última, en la que después realizó un doctorado. Al volver de África, pasó por la Unidad de Fronteras del aeropuerto de Palma y, tras dos años, promocionó a subinspector, con cuyo cargo acabó como coordinador de la Comisaría de Manacor y después, en la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras del puerto de Palma. De allí llegó a la Policía Local de Sóller.
Dice: “Supe que en un tiempo relativamente corto quedaría vacante la plaza por jubilación. Me queda cerca de casa -soy de Santa Maria- y vi la posibilidad de cambiar de aires después de 22 años en la Nacional. No es que estuviera mal, pero me he dado mucho ‘tute’ y ahora, con un hijo de 3 años, busco un poco de estabilidad, o, al menos, no tener que viajar tanto. Aunque tranquila, cogido con pinzas…porque ahora administrativamente es mucho más movido”.
Para Quetglas “Lo de ahora es como empezar de cero, como un niño pequeño en la ‘escoleta’. No tienen nada que ver mis funciones como policía en la embajada con las que tengo ahora como jefe de la Policía Local de Sóller. Este trabajo es mucho más administrativo, burocrático, de delegar y coordinar. Sigue siendo una labor de responsabilidad, pero diferente”.
Sobre los problemas más importantes a los que deberá hacer frente como jefe de Policía Local, dice: “Hay varios frentes abiertos. El principal, la circulación. El tráfico en Sóller es muy peculiar. Estamos en un valle y las dimensiones físicas son relativamente pequeñas. Tenemos unos 14.000 habitantes censados en invierno y en verano se multiplican. La Ma-111 pasa por Sóller hacia el puerto, desde Palma, y hay días en los que por aquí circulan unos 17.000 vehículos. El municipio no está preparado arquitectónicamente para tal cantidad de vehículos, tanto de residentes como de turistas. Con el Consistorio estamos estudiando implantar una Zona de Bajas Emisiones, todo un desafío para la circulación”.
“Además de esto, también tenemos la problemática de de la presencia de carteristas, la mayoría de procedencia rumana. Es un problema y necesitamos presencia policial en la calle para poder hacer frente a él. Necesitamos una mayor plantilla, pero tenemos que tener los medios para ello y se tienen que crear las plazas pertinentes para ello en la Escola Balear d’Administració Pública (EBAP). Paralelamente, tenemos la Unidad Nocturna, la Unidad Administrativa, el oficial de servicio…’Hi ha feina’”.















