Conducir por carreteras secundarias en España puede deparar más de una sorpresa. Una de ellas, que casi todo conductor vive al menos una vez en su vida, es encontrarse de frente con un rebaño de ovejas en plena trashumancia. Un momento que, aunque pintoresco, exige calma, paciencia y, sobre todo, conocer cómo debemos actuar.
La trashumancia sigue viva en nuestro país. Dos veces al año, coincidiendo con los cambios de estación, miles de ovejas recorren cañadas, cordeles y veredas en busca de pastos más favorables. Y no es extraño que esas antiguas vías pecuarias coincidan hoy con carreteras abiertas al tráfico rodado. La Ley 3/1995 de Vías Pecuarias reconoce estos caminos ganaderos, donde los animales tienen prioridad de paso.
Cómo actuar ante un rebaño
Si circulando te topas con un rebaño, lo más importante es mantener la calma y extremar la precaución. No utilices el claxon ni realices maniobras bruscas que puedan asustar a los animales. Reduce la velocidad al mínimo, incluso detente si es necesario, y deja que el pastor te indique cuándo puedes continuar. Mantén siempre una distancia prudente: recuerda que además de ovejas puede haber perros que las guían.
Verse rodeado de centenares de ovejas puede parecer un atasco peculiar, pero no olvides que ellas tienen prioridad en estos caminos tradicionales.
Animales en la vía: más allá de las ovejas
La normativa de tráfico es clara: los animales no pueden circular por autopistas ni autovías, pero sí pueden aparecer en carreteras secundarias, sobre todo en zonas rurales o con señalización específica. Además de ganado trashumante, es habitual encontrar animales cinegéticos como jabalíes, ciervos o corzos.
En todos los casos, la recomendación es la misma: precaución, velocidad reducida y nunca deslumbrarles con las luces largas. Si se trata de un animal grande, como un jabalí, y logras detenerte, pasa lentamente a su lado sin provocarle. Nunca sabes cómo puede reaccionar.
En caso de accidente
Si el choque es inevitable, recuerda: frena a fondo, sujeta el volante con firmeza y protege tu seguridad y la de los demás usuarios. Después, aplica el protocolo PAS (Proteger, Avisar, Socorrer). Señaliza el vehículo, avisa a la Guardia Civil y documenta los hechos.
La Ley de Tráfico y Seguridad Vial establece que, en la mayoría de los casos, la responsabilidad recae en el conductor. Solo hay excepciones: si el accidente se debe a una acción de caza colectiva realizada en las últimas 12 horas, la responsabilidad será del titular del coto; o si la vía carecía de la señalización obligatoria o de vallado en mal estado, será el titular de la carretera quien deba responder.
Precaución como mejor aliada
En carreteras donde la presencia de animales es frecuente, la mejor defensa es la anticipación: reduce la velocidad y aumenta la atención. Ante la duda, recuerda siempre que es preferible un choque controlado contra un animal que una maniobra brusca que ponga en riesgo tu vida y la de otros conductores.
Si el accidente llega a producirse, además de aplicar el protocolo PAS, es fundamental anotar todos los datos posibles: el punto kilométrico exacto, la hora del siniestro, la señalización existente en la vía y, si se trata de un animal cinegético o salvaje, también el estado del terreno. Tomar fotografías de los daños y del entorno puede ser de gran ayuda tanto para el atestado de la Guardia Civil como para el parte del seguro.
No olvides que siempre hay que avisar a la autoridad competente. Aunque el animal no esté herido o ya se haya marchado, la Policía Local o la Guardia Civil deben tener constancia del incidente para evitar nuevos riesgos a otros conductores y para que quede constancia oficial.
En definitiva, encontrarse con un rebaño de ovejas en plena trashumancia no debería convertirse en un problema si actuamos con calma, respeto y conocimiento de la normativa. Porque, aunque no figure en el manual de la autoescuela, convivir en la carretera también significa compartirla con quienes llevan siglos recorriéndola: los animales. Y estar preparados, como conductores, es la mejor garantía para que la anécdota no se convierta en un accidente.
















