Las cifras del Observatorio Nacional de la Seguridad Vial (ONSV) de la Dirección General de Tráfico sobre atropellos en pasos de peatones arrojan pistas sobre lo que hay detrás de estas tragedias: 1.047 muertos entre 2014 y 2023, casi un tercio de todas las muertes por atropello, y 8.353 personas heridas de gravedad, muchas con secuelas para toda la vida. La gran mayoría de los fallecidos (el 87%) se produce en vías urbanas.
Y un dato revelador: en el 86,9% de los atropellos con fallecidos en estos pasos, el peatón no cometía infracción alguna, cruzaba correctamente. En cuanto a los factores concurrentes, al exceso de velocidad se suma la lacra de las distracciones (en una quinta parte de los atropellos urbanos y en casi la mitad de los interurbanos). Los números también reflejan que las personas mayores de 65 años (7 de cada 10 fallecidos en pasos de peatones) son las más afectadas.
“Tenemos que ser conscientes de la doble vulnerabilidad de muchas personas, y especialmente de los mayores, para trabajar en el diseño de mejores intervenciones”, apunta Álvaro Gómez, director del ONSV. “Debemos construir entornos más seguros, potenciar itinerarios accesibles, ajustando los límites de velocidad al mínimo posible”.
En este sentido, hay un hito legislativo en España que ya da frutos. En mayo de 2021 entró en vigor la modificación del Reglamento General de Circulación que estipula un límite máximo de velocidad de 30 km/h en vías urbanas de un único carril por sentido de circulación. “El balance de los tres primeros años de su aplicación revela que los peatones fallecidos por atropello en nuestras ciudades se han reducido un 16%”, anuncia Gómez.
Al contribuir de forma determinante al calmado del tráfico, la consolidación de las ‘Ciudades 30’ constituye un buen punto de partida para abordar los atropellos urbanos, tanto desde el punto de vista del número como de su lesividad. Hay que recordar un dato crucial: si una persona es atropellada a 50 km/h, su probabilidad de fallecer es del 80%. Pero si es atropellada a 30 km/h, la probabilidad se reduce al 10%. Por eso, restringir la velocidad es clave para minimizar daños, pero no basta.
“Corremos donde la infraestructura viaria nos lo permite. En entornos urbanos, las personas tienen que ser protagonistas, y los vehículos tienen que adaptarse al peatón. Sin embargo, los pasos de peatones son un ejemplo de que hasta ahora no se ha hecho así”, explica Ana Montalbán, secretaria técnica de la Red de Ciudades que Caminan. En ellos, “es el peatón el que normalmente tiene que descender de la acera y adaptarse a la trayectoria del vehículo. Es el peatón el que interrumpe su trayectoria, o bien porque tiene que esperar a que el semáforo le dé prioridad, o porque no hay un paso cercano y tiene que desplazarse para cruzar. Las ciudades están hechas para que los vehículos desplieguen su velocidad”.
La visibilidad es vital
Uno de los aspectos sobre los que desde la Dirección General de Tráfico se está insistiendo es el de la visibilidad en los pasos de peatones. La idea es impedir que el mobiliario urbano o los vehículos estacionados en las zonas contiguas a los pasos la reduzcan, tanto para los peatones como para los conductores. Lo que hoy es sólo una recomendación, muy pronto será ley, cuando culmine la tramitación del nuevo Reglamento General de Circulación.
Según el mismo: “No se permitirá el aparcamiento de automóviles en al menos los 6 metros anteriores al paso de peatones si la acera está alineada con el límite exterior -el más cercano a la acera- de la banda de estacionamiento, o en los 3 metros anteriores si la acera -adelantada en ese tramo- está alineada con el límite interior de la banda de estacionamiento”.
Según Marta Martínez Cámara, jefa del Área de Vigilancia de la Subdirección Adjunta de Circulación de la DGT, el objetivo es “mejorar la seguridad de los peatones, y especialmente de los más vulnerables, como menores, personas mayores o con movilidad reducida, evitando que ningún obstáculo impida que los vehículos puedan detectarlos con suficiente anticipación para detenerse”.
Usuarios «doblemente vulnerables»
Por último, es importante volver a poner el foco sobre los usuarios ‘doblemente vulnerables’: “El problema es que la ciudad no está adaptada al ritmo de sus capacidades físicas. Si ponemos pasos de peatones cada 100 metros, les estamos obligando a hacer un esfuerzo enorme. Puede que una persona mayor se vea obligada a cruzar por donde no debe por no poder estar más tiempo de pie. O quedarse en medio porque el semáforo no le da suficiente tiempo para cruzar”, explica Félix Martínez, quien cree que en el diseño de las ciudades no se tienen en cuenta muchas circunstancias: “Se estima que el peatón camina a unos 4,5 km/h, pero eso es una media antropométrica, no la realidad. Hay niños, ancianos, personas que llevan un carro de bebé, que transportan bolsas, gente con muletas… La ciudad tiene que adaptarse a todos”.
En su apuesta por un urbanismo más humano, muchas ciudades están cambiando, aunque no todas al mismo ritmo. En el recuerdo quedarán para siempre las personas que no terminaron de cruzar un ‘maldito’ paso de peatones.