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Todos contra el fuego

Opinión
Ése era el lema de la campaña del Gobierno a finales de los 80 para un problema que sigue sin solución. En Galicia, la Policía Local luchó incansablemente contra los grandes incendios del verano.

Isabel García, policía local de Moaña y periodista.

A finales de los años ochenta, toda España conocía la canción de la campaña estatal ‘Todos contra el fuego’. La problemática persiste y basta con ver lo sucedido este mismo verano en varios puntos de la Península, arrasados por las llamas. Galicia no ha sido una excepción. Después de la ola incendiaria de 2017, la comunidad ha vuelto a sufrir otra, que principalmente ha afectado a la provincia de Ourense. Junto a los bomberos, a la Unidad Militar de Emergencias (UME), al Seprona y a otros efectivos, las policías locales de los municipios más impactados también han estado desbordadas de trabajo.

Las comarcas ourensanas de Valdeorras y Viana sufrieron en gran medida la devastación, así como también la sierra Da Queixa y Xinzo de Limia. El inspector jefe de la Policía Local de O Barco, Fernando Lozano Sellés, con 30 años de experiencia en el cuerpo, admite que “nunca hubo un incendio de esta envergadura; Valdeorras es un valle y ha habido incendios en una vertiente o en otra, pero en dos caras a la vez de la montaña y con peligro para varios pueblos en el mismo incendio, nunca”. El mando recuerda que fue el 13 de agosto cuando todo empezó: “Era miércoles, en el municipio de Larouco ya se tenía constancia de un incendio en ese Concello provocado por un rayo, pero no había nada que hiciera presumir la magnitud del mismo”, confiesa. Precisamente, éste ha sido, hasta la fecha, el mayor fuego registrado en Galicia, con más de 30.000 hectáreas calcinadas.

El inspector, el oficial y los 14 agentes que conforman la policía de O Barco, se comportaron “como en un estado de alarma, se pusieron  todos a disposición de esta Jefatura incluso los de vacaciones y se procedió a realizar un operativo especial, con refuerzos las 24 horas y sí que se hicieron numerosas horas extras”, señala el jefe, que admite además que “fuera del trabajo tuvimos que intervenir algunos de nosotros para salvar nuestras propiedades”.

ACCIÓN. “Lo primero que se hizo y que fue esencial -recuerda el inspector – fue incidir en los servicios de emergencia, que revisasen las bocas de riego de los núcleos de población, que en O Barco son 22 y todos tienen bocas contraincendios, y por parte policial, informar y avisar a los vecinos por megafonía para que se prepararan para los incendios, porque los servicios de emergencia de la Xunta y de la UME no podían con ellos y se acercaban al término municipal”.

Los agentes, los más próximos a los ciudadanos, procuraron que no cundiera el pánico: “Los vecinos pedían medios de extinción, no entendían que el fuego estuviera próximo a las viviendas y que no hubiera nadie que se enfrentara a esos fuegos y les explicábamos que el motivo era que el fuego estaba asediando numerosas parroquias a la vez y municipios próximos, por lo que era imposible cubrir todos los frentes”.

Con todo, no se llego a desalojar ningún pueblo, si bien Lozano apostilla que “hubo dos donde los mismos vecinos dejaron sus casas, sobre todo menores y  personas de avanzada edad, mientras los demás se quedaron para enfrentarse al fuego e intentar salvar sus casas”. No obstante, el Concello  se puso en contacto con la Cruz Roja y estaba preparado para realojar a los vecinos que lo necesitasen en uno de los pabellones deportivos municipales.

SOLUCIONES. Para el inspector Lozano Sellés, “hace falta una política verdadera de  prevención  de incendios y obligar también a las comunidades de montes que se benefician de ellos a invertir en prevención, así como también obligar a la limpieza de las zonas periféricas de los núcleos de población, con sanciones importantes para que  no caigan en saco roto y no pase nada por no limpiar estas fincas”. Además de ver necesaria una mayor coordinación entre las administraciones para afrontar la problemática.

¿Qué labor desempeñan los policías ante estos estos casos? Para Lozano es fundamental que las fuerzas y cuerpos de seguridad estén preparadas para “el desalojo de las viviendas que decide desalojar la autoridad competente, la regulación de vehículos en las pistas y vías del término municipal y saber cómo comportarse en caso de incendios con los vehículos policiales”. Éste es para el inspector el mayor problema, “porque en este mismo incendio ha habido agentes que se han visto rodeados por el fuego, teniendo que dar la alarma al 112 para que intervinieran los bomberos  y helicópteros para facilitar su salida del foco”.

Además de las pérdidas de madera, viñedos, cobertizos e incluso dos iglesias que ardieron, así como la paralización de las fiestas de mediados de agosto, en la comarca, la sensación que queda, en palabras del inspector de la Policía, es “la de que se ha perdido algo propio nuestro, algo intrínseco al lugar donde vivimos, como que nos han quitado parte de nuestra identidad como valdeorreses. Para nosotros la montaña es parte nuestra, es difícil de explicar, pero existe una tristeza interior en muchos de nosotros”.

VIANA. Los policías de Viana do Bolo, Mariano Pérez Díaz y Juan Carlos Camba, también trabajaron, de la mañana a la noche durante varios días, para impedir que el tráfico pasase hacia A Gudiña, puesto que el fuego obligó a cerrar carreteras y afectó a la circulación ferroviaria en la zona. “Mucha gente no pudo coger el Ave, que tiene que pasar por Viana, o tuvo que hacer amplios rodeos para viajar en tren”, señala Pérez, que en sus más de 35 años de servicio, el incendio vivido este verano ha sido el mayor que recuerda. No hubo que lamentar daños personales, aunque varias personas mayores fueron trasladadas al pabellón de deportes por precaución. La zona vivió, varias jornadas, igual que en O Barco, “bajo un cielo de ceniza, casi irrespirable, que incluso dañaba los coches y con el miedo de la vecindad a perder sus casas”.

Muchos veraneantes, que vuelven al pueblo natal en agosto, optaron por regresar a sus lugares de residencia y llevarse con ellos a sus familiares. También hubo que suspender las fiestas principales, poco antes de que dieran comienzo. Este veterano policía, que es de los pocos que sabe manejar motobombas gracias a cursos de Protección Civil realizados, destaca la solidaridad de la juventud de la zona, ya que fueron “muchos los agricultores, que con sus tractores ayudaron a las emergencias a sofocar las llamas, cargando agua de un embalse cercano en sus cisternas y yendo incluso a ayudar a otras localidades de Ourense afectadas”. El Seprona fundamentalmente investiga el origen de unos incendios que en su mayoría parecen haber sido provocados.

Incendio en O Barco.2

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