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“Blade”: un cazador terrorífico, de día y de noche

Blade, siempre vigilante.
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La historia de nuestro perro policía tiene esos tintes cinematográficos. Blade: Cazador de Vampiros, película de 1998 protagonizada por Wesley Snipes, el antihéroe que es un híbrido humano-vampiro que protege a las personas cazando vampiros, tiene una secuela en la Región de Murcia; con este reportaje dejaremos claro que existen muchas coincidencias, entre su protagonista, su misión y nuestro “K9” que ayudarán a que el mito comparativo siga existiendo.

Para comprobarlo, no hace falta viajar a Los Ángeles, ni regresar al año 1997, donde la película tiene su desarrollo. En Molina de Segura, ciudad de 76.000 habitantes de la Región de Murcia, en el año actual 2024, con “Blade” en las calles nos sentimos mucho más seguros.

Les traslado con mi literatura a una historia basada en hechos reales. La Unidad Canina cuando comenzó su servicio, era una patrulla policial más, atendiendo todos los servicios que se le encomendaban, pero mientras no se hacen esos requerimientos, su misión es recorrer todas aquellas zonas del municipio donde se tiene conocimiento que se consumen sustancias estupefacientes, incidiendo de forma continúa en esos puntos.

El perro detector en esta misión es imprescindible. En las primeras intervenciones que hizo el perro no dejaba títere con cabeza, la gente no se esperaba que la policía llegara con un perro, ni que este fuera tan efectivo, por lo que se hacían muchas actas de droga por tenencia en cada lugar que se visitaba. Con el tiempo hubo modificaciones en la gente, cambió su actitud, ya que veían que el perro no fallaba, empezaron a esconder las sustancias en los árboles, botes en el suelo, en la hierba, enterradas en la arena…Pero daba igual, el perro lo encontraba todo.

Si no se podía adjudicar la sustancia a ninguna persona por no llevarla encima, el trabajo no era en vano, se limpiaba ese punto de droga y la incomodidad para las personas que querían consumir la droga se hacía palpable. En cualquier profesión, la perseverancia y la constancia tienen sus frutos, cuestión más que demostrada por nuestro perro, que localizaba cualquier mínima cantidad, por lo tanto proseguimos con el procedimiento de incautar y denunciar.

Con el paso de los años, asentada la Unidad Policial K-9, los ciudadanos han normalizado el ver trabajar a los perros detectores de la policía Local, incluso les encanta verlos, ya no es necesario que un policía sea invasivo teniendo que recurrir al cacheo superficial de una persona. Simplemente se llega, se observa el escenario, se procede a soltar al perro y es él el que indica no solo quién lleva la droga si no dónde la lleva oculta, con ese marcaje que realiza el perro sentado y picando con la nariz el punto exacto donde se encuentra la sustancia, ya sea en diferentes partes de su cuerpo o prendas, tales como en el calcetín, bolsillo, calzoncillo, cintura, mangas de camisa, etc.

Lo sorprendente de todo es que el perro es calificado según la mayoría de bonito y gracioso. Incluso a la mayoría de los denunciados les hace gracia el buen trabajo que realiza, y muchas veces no hay ni conflicto, simplemente sumisión ante la evidencia de portar la sustancia y haber sido descubierto por un perrito muy gracioso, así que sorprendidos aceptan la denuncia.

En ese afán educativo, en esa posición de privilegio que se les ofrece a los jóvenes en nuestra sociedad, con derechos y obligaciones, había que intentar concienciar a los jóvenes adolescentes desde la cercanía y la realidad, por lo que se propuso a la Concejalía de Educación realizar unas “Charlas preventivas sobre el peligro de las drogas en la edad adolescente”.

Las charlas están enfocadas a los alumnos de 1º de la ESO, ya que se considera que es una edad en la que los padres empiezan a dar a sus hijos libertad para salir con los amigos y otras atribuciones. El fin es informar a los adolescentes, que algún día, un “amigo” les ofrecerá consumir algún tipo de droga, ya sea droga legal o ilegal, y que deben saber o conocer los nombres de los distintos tipos de drogas para que cuando se las ofrezcan sepan lo que es, que no los engañen, que conozcan los efectos en el organismo y sus consecuencias legales.

Finalmente, después de la charla se realiza una pequeña exhibición de búsqueda donde participan voluntarios, para que observen como trabaja el perro de la unidad canina y puedan comprobar su alto grado de efectividad, en resumen, crearles conciencia de lo peligroso que es probar y jugar con las drogas, que sepan lo que es la adicción, y que aprendan a decir NO cuando llegue ese momento.

También es importante que los escolares conozcan nociones básicas sobre el cuidado de los perros, su adiestramiento y finalmente que puedan atesorar esos momentos de observar a “Blade” trabajando y resolviendo simulaciones en los diferentes escenarios que la calle produce.

Con la creación de la Unidad Canina en Molina de Segura ha habido un antes y un después en todo lo que concierne al consumo de drogas en los lugares públicos. Antes de su creación, se tenía normalizado y era muy habitual ver a personas consumiendo hachís o marihuana en cualquier parque o lugar público, pero a base de un trabajo diario, de apostar y creer en la unidad policial, de fijar objetivos y de superarlos, sin duda, a base de sanciones, presencia y trabajo de los perros en la calle, se ha conseguido reducir bastante el consumo en la vía pública.

“Blade” es el terror de los malos de la ciudad. No descansa, no pierde el aliento, no desfallece. Cuando él está, “quien la hace la paga”.

 

 

Blade, con algunas de sus requisas.

Blade, con su compañero humano.

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