El uso de armas blancas, el consumo y la tenencia de drogas, los abusos sexuales o el acoso escolar son algunas de las problemáticas más graves que afectan a los niños y adolescentes de las islas, y que han ido en aumento en el último año. Con la mirada puesta en el inicio del curso escolar los policías tutores, figura clave que lleva más de 20 años funcionando en los centros educativos de Baleares, se preparan para afrontar un nuevo año académico trabajando al lado de profesores, alumnos y familias, marcado por los nuevos desafíos que suponen las redes sociales y velando por el bienestar y la seguridad de los menores. Rafel Coves, coordinador del programa y Biel Cardell, policía tutor en Sóller, hacen balance y explican ómo desarrollan su labor fundamental y que mucha veces queda invisibilizada.
«Una profesora se dio de baja cuando llegué al instituto». Así recuerda Rafel Coves, los inicios del Programa Agente Tutor en Baleares, hace ahora más de 20 años y que cuenta ya con más de 90 agentes en 60 municipios de las islas y que valora, ahora como coordinador del proyecto, como un éxito. «En realidad, surgió como una demanda de la comunidad educativa, era un servicio que reclamaban los colegios e institutos», recuerda Covas. De hecho, Baleares fue pionera en su implantación, en Pollença, y poco a poco, el modelo se fue extendiendo al resto del país como un éxito. Sin embargo, a los inicios, la presencia de un agente uniformada en las aulas no fue de agrado para algunos docentes.
«En mi primera reunión de la junta de profesores, uno de ellos dijo que si yo me sentaba con ellos, él se iba», rememora Biel Cardell, actual policía tutor de Sóller. «Supuso una gran dificultad ganarnos la confianza, para ello hubo una gran labor comunicativa, y ha habido mucha evolución», explica por su parte Covas. El sindicato STEI fue uno de los más contrarios a la implantación del programa, algo que, según Cardell, tuvo mucho que ver con «ideales y perjuicios que hoy ya no existen o la idea de que parecía que pensábamos que los profesores no sabían hacer su trabajo».
«No vamos a los colegios a fiscalizar a nadie, ni a poner multas, ni a hacer la labor de los docentes; venimos a proteger, y solo actuamos a demanda, cuando nos llaman porque ya han agotado todas sus herramientas y requieren de nuestro trabajo», añade el coordinador.
Desde que entró en funcionamiento, en 2001, la figura de estos policías ha ido evolucionando y teniendo que adaptarse a nuevos problemas entre los más jóvenes, derivados, especialmente, por la llegada de las nuevas tecnologías.
Se trata de un servicio de protección que actúa ante las situaciones de riesgo en menores, trabajando muchas veces de la mano con las familias, y que se enfoca en los centros educativos, siendo los policías una de las piezas fundamentales del abanico de opciones de los servicios sociales que ofrece la Administración Pública. Su trabajo queda muchas veces en la sombra, ya que ellos son el punto de partida, quienes dan el aviso y quienes identifican los problemas que derivan en ocasiones en otros profesionales. Sin embargo, también tienen otra labor clave como pieza del engranado: la prevención, tanto hacia alumnos como a los padres.
«Hay determinada situaciones que no tienen trascendencia pública, pero destapamos situaciones muy diversas y muchos dramas en el ámbito familiar», coinciden ambos agentes. «Somos policías, no psicólogos ni educadores, pero pueden recurrir a nosotros cuando tienen un problema o los docentes sospechan de alguna problemática. Nosotros iniciamos todo el proceso y lo derivamos a quien toque».