Esta semana, el Pabellón Central de Wssell de Guimbarda se ha llenado de algo más que botes de balón y aros encestados. Se ha llenado de vida, de risas compartidas, de abrazos espontáneos y de una energía difícil de describir con palabras. Porque en Cartagena, el baloncesto ha sido el escenario de un acto de humanidad profunda: el I Campus Inclusivo de Baloncesto organizado por la Fundación Social Cebé Cartagena ha unido a más de treinta y cinco personas con y sin discapacidad intelectual bajo una sola consigna: el derecho a pertenecer, participar y disfrutar.
Del 23 al 27 de junio, este campus pionero ha sido mucho más que una actividad deportiva. Ha sido un ejemplo vivo de cómo la inclusión puede dejar de ser un concepto para convertirse en una experiencia palpable, emocional y transformadora. Jugadores y jugadoras de la cantera del Cebé compartieron cancha con usuarios de entidades como Astus, Asido, Fundación SOI y Autismo Somos Todos, construyendo una convivencia basada en el respeto, la igualdad y la alegría de jugar juntos.
Coordinado por Ana Fe Madrid (ASTUS) y con el respaldo firme del Ayuntamiento de Cartagena, esta iniciativa ha apostado por fomentar valores esenciales a través del deporte: la empatía, el compromiso, el esfuerzo conjunto y la amistad. Niños, jóvenes y adultos —de entre 10 y 35 años— se han sumergido en un itinerario de entrenamientos, talleres, charlas y partidos inclusivos, acompañados siempre por entrenadores, voluntarios y personal especializado en diversidad funcional.
Uno de los momentos más emotivos del campus llegó de la mano de la Escuela de Seguridad Pública del Ayuntamiento de Cartagena (ESPAC). Porque la inclusión también pasa por educar para la vida. La seguridad vial fue protagonista gracias al compromiso del Comisario General y Director de la ESPAC, Manuel Asensio Montilla, y el agente de Policía Local y profesor de la ESPAC, Víctor Navarro, quienes ofrecieron una charla cercana, didáctica y accesible.
Pero la magia no se detuvo ahí. El criminólogo y educador vial Pascual Muñoz, invitado especial, convirtió señales de tráfico en juegos llenos de color y movimiento, logrando que cada niño y niña sintiera que aprender también puede ser motivo de felicidad. El broche de oro llegó con un vídeo musical protagonizado por el grupo “Los Musicubos”, donde el propio agente Muñoz canta y enseña seguridad vial. Una despedida que hizo vibrar a todos los presentes, demostrando que cuando el mensaje se canta desde el corazón, llega mucho más lejos.
El viernes 27, con la entrega de medallas y la presencia de la concejal de Política Social, Igualdad y Familia, Cristina Mora, se cerró un evento que no debe quedar en el recuerdo como algo puntual, sino como un compromiso renovado para el futuro.
Porque crear espacios donde todos y todas puedan participar no es un gesto; es una responsabilidad compartida. Porque estar presentes en estos eventos no es solo cuestión de agenda, es cuestión de humanidad. Y porque cuando la inclusión se vive con esta intensidad, el resultado es siempre el mismo: una comunidad más justa, más fuerte y mucho más feliz.
Ojalá este campus sea solo el principio de una larga historia. Cartagena lo merece. Ellos y ellas lo merecen.
Y nosotros, también.