Cuando, en el estío de la tarde y aprovechando la soledad en las calles, aquél caco trepó por la fachada del edificio para forzar una ventana y entrar a robar en aquella vivienda, revolver todos los cajones buscando objetos de valor y llevarse aquellos que consideró más valiosos, no podía imaginar que un pequeño y moderno sistema electrónico acabaría por convertir en estéril su ímprobo esfuerzo.
Después del asalto, los propietarios de la vivienda llegaron a su domicilio, situado en la malagueña barriada del Molinillo, y se sorprendieron al encontrar todo el interior revuelto, aunque -sorprendentemente- la puerta de acceso al domicilio no aparecía forzada.
Las victimas comunicaron lo sucedido a la Policía Local, quienes enviaron una patrulla al domicilio para que llevasen a cabo las actuaciones oportunas. Los policías intervinientes, haciendo gala de un loable sentido profesional, hablaron con los propietarios de la vivienda asaltada y les requirieron para que les informasen de los objetos y bienes de la vivienda que echaban en falta.
Entre los objetos que faltaban, los titulares de la vivienda hicieron mención a unos auriculares, dotados de un sistema de geolocalización. Y fue en ese preciso instante, cuando comenzó a declinar la buena estrella que hasta ese momento había acompañado al caco que asaltó la vivienda. Porque los policías locales, conscientes de la importancia de ese dato, comenzaron a tirar de un hilo que habría de llevarles finalmente hacia el autor del robo.
El sistema de geolocalización de los auriculares llevó a los policías hasta un edificio de Málaga. Tras entrar en su portal y accionar el botón del sistema de geolocalización, escucharon como salía un pitido acusador desde uno de los buzones de correos del edificio. Como el tamaño de la ranura del buzón no permitía introducir los auriculares en su interior sin abrir el buzón, los policías se dirigieron a la vivienda que le correspondía y requirieron a la persona que la habitaba a que les abriese el buzón, en el que pudieron recuperar de su interior 4 cajas de auriculares inalámbricos y un reloj de pulsera, todo ello dentro de una bolsa, lo que confirmaba que se había colocado este conjunto de objetos en el mencionado buzón, utilizando para ello la llave.
El autor del robo trató de negar que aquellos objetos los hubiese colocado él en el buzón. Pero, nuevamente, los agentes locales evidenciaron un gran saber hacer, iniciando actuaciones para ver las imágenes de las cámaras de seguridad cercanas a la vivienda del autor del robo que dieron más pruebas de su fechoría. Ante lo cual, el caco acabó admitiendo su autoría y se ofreció a llevar a los policías a su vivienda para hacerles entrega del resto de objetos robados.
Aplausos para los policías locales que, como sus compañeros en tantas otras ocasiones, acreditaron una preparación y sentido profesional que en este caso sirvieron para culminar positivamente un caso de robo en domicilio.
