La actuación conjunta de los guardas ambientales y de la Unidad de Medio Ambiente de la Policía Local de La Oliva (municipio de 30.000 habitantes en Fuerteventura) permitió recuperar rodolitos que habían sido extraídos del litoral y utilizados como elementos decorativos en viviendas del municipio. Esta intervención, discreta pero esencial, refleja la importancia de las unidades especializadas que velan por la protección del entorno natural y actúan allí donde el daño ambiental no siempre es visible, pero sí profundo.
Los rodolitos, nódulos de algas rojas calcificadas que crecen lentamente y de forma libre en el fondo marino, cumplen una función vital en el ecosistema. Generan hábitats complejos para numerosas especies, favorecen la biodiversidad y actúan como sumideros naturales de carbono. Su extracción rompe este equilibrio y empobrece un medio marino ya de por sí frágil, provocando un impacto que puede tardar décadas en revertirse.
Cuando estos elementos se trasladan a jardines o espacios privados, el perjuicio no solo afecta al mar, sino también a la identidad natural del municipio. La pérdida de recursos marinos degrada el paisaje, debilita el ecosistema costero y aleja a la ciudad de un modelo sostenible y respetuoso con su entorno. La recuperación y devolución de los rodolitos a su lugar de origen no es solo una actuación policial o ambiental, sino un gesto de responsabilidad colectiva.
La protección del medio natural exige conciencia, respeto y compromiso diario. Estas acciones recuerdan que conservar el entorno no es una opción, sino una obligación compartida, y que cada pequeño gesto cuenta para preservar un patrimonio natural único que pertenece a todos.
















