En la Jefatura de la Policía Local de Torrevieja, donde conviven 180 agentes y mandos, se ha abierto un expediente disciplinario que ha puesto sobre la mesa —o mejor dicho, sobre la nevera— una situación tan insólita como inesperada: la desaparición reiterada de comida y bebida del frigorífico común.
Según recoge el expediente, un agente habría decidido, usando técnicas avanzadas de camuflaje doméstico, apropiarse de la botella de agua que otra agente había dejado en la nevera del comedor. Para no levantar sospechas, el policía llegó incluso a retirar la etiqueta de la botella… aunque la denunciante la reconoció igualmente. Parece que, en este caso, el talento para el espionaje no estuvo a la altura de la sed.
El pasado 25 de septiembre, una agente entregó un escrito detallando los hechos a un oficial, quien lo trasladó al Intendente Jefe. Desde entonces, un inspector y un oficial han sido designados para instruir el expediente por posible falta leve, de acuerdo con la Ley de Coordinación de Policías Locales y el Régimen Disciplinario aplicable. La orden la firmaron el concejal delegado del área, Federico Alarcón, y el Intendente Principal accidental.
Aunque la botella de agua es el episodio más llamativo —y el que ha quedado por escrito— las fuentes consultadas señalan que no se trata de la primera vez que el misterioso “desayunador fantasma” hace acto de presencia en la nevera común. Hasta ahora, los compañeros habían optado por el tradicional aviso verbal, pero la reincidencia ha terminado por agotar la paciencia del personal.
En la Jefatura, los almuerzos son casi un ritual: algunos agentes prefieren salir a los establecimientos cercanos; otros, especialmente los más jóvenes o quienes están preparando oposiciones, apuestan por el táper saludable preparado en casa. Y es precisamente esta comunidad de táperes y botellas la que ha saltado a los titulares internos.
Lo habitual es que estos expedientes se queden en una mera información y se archiven sin mayores consecuencias. Sin embargo, en esta ocasión el hartazgo colectivo ha pesado más, y la jefatura ha optado por elevar la situación al cauce formal. Y entre 180 agentes, está claro que pasar desapercibido no será tan sencillo como arrancar una etiqueta.
















