David Antelo Lluch, técnico superior para la Formación de la Movilidad Segura y Sostenible, profesor de Formación Vial y director de Escuelas de Conductores.
La reciente DANA que azotó distintas regiones del país desencadenó un panorama devastador: numerosas pérdidas humanas, calles anegadas, cientos de evacuaciones y daños materiales multimillonarios. Sin embargo, más allá de los estragos visibles, este desastre natural puso en evidencia una preocupante realidad: las limitaciones operativas de las unidades básicas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, frente a emergencias de esta magnitud donde se requieren todos los efectivos disponibles.
Actualmente, solo las diferentes unidades especializadas disponen de la formación y equipos adaptados para el rescate en inundaciones, lo cual durante las primeras horas de la tragedia resultó claramente insuficiente.
El entorno laboral
Mientras el agua arrasaba todo a su paso, los agentes se enfrentaron a los riesgos inherentes de la catástrofe, desprovistos de equipos de protección individual y herramientas esenciales para auxiliar a los cientos de personas que se vieron sorprendidas y atrapadas por las inundaciones provocadas por el desbordamiento de ríos, barrancos y ramblas. Esta carencia no solo comprometió la seguridad de los efectivos, sino que también dificultó, e incluso imposibilitó en algunos casos, las labores de rescate y asistencia en los momentos más críticos.
Cadenas humanas y cinturones: la peligrosa improvisación
Entre las imágenes más impactantes de la reciente DANA destacan aquellas en las que agentes y ciudadanos, unidos de las manos, formaron cadenas humanas en un intento desesperado por salvar vidas en medio de corrientes de agua turbulentas que crecían rápidamente. Estas escenas reflejan la valentía y solidaridad de todos los implicados, pero también dejan al descubierto una alarmante realidad: la ausencia de equipamiento básico para rescates frente a inundaciones en las actuales dotaciones policiales no especializadas.
En muchas ocasiones, la improvisación fue la única alternativa. Agentes recurrieron a cinturones proporcionados por ciudadanos para improvisar cuerdas y realizar rescates que, lamentablemente, no siempre tuvieron un desenlace favorable. Aunque heroicas, estas maniobras expusieron tanto a los rescatistas como a los voluntarios a riesgos extremos, revelando la urgencia de dotar a las unidades operativas con los recursos necesarios para afrontar este tipo de emergencias.
Incomunicación en el momento más crítico
Uno de los mayores desafíos a los que se enfrentaron los agentes durante las primeras horas en las zonas inundadas fue la imposibilidad de comunicarse. Dispositivos esenciales como emisoras y teléfonos quedaron inutilizados al dañarse por el agua y el barro, dejando a los efectivos sin medios para coordinarse, solicitar refuerzos, transmitir información vital o recibir actualizaciones en tiempo real.
La falta de comunicaciones operativas en una emergencia de tal magnitud comprometió gravemente la efectividad de las labores de rescate y asistencia. En situaciones donde cada segundo cuenta, la desconexión no solo reduce la eficiencia de las operaciones, sino que también pone en grave peligro a los equipos desplegados sobre el terreno. Esta carencia intensifica la sensación de aislamiento y dificulta la toma de decisiones críticas, incrementando los riesgos para todos los involucrados.
La gravedad de la situación quedó evidenciada por el número de Agentes de la Autoridad que, tras perder sus vehículos debido a los daños causados por el agua, se vieron obligados a refugiarse y ponerse a salvo durante la noche del 29 y la madrugada del 30 de octubre en los pasos elevados de la autovía V-31, junto con otros ciudadanos. Esta circunstancia corroboró la magnitud del desastre y la vulnerabilidad compartida entre agentes y civiles.
Propuestas de mejora: soluciones prácticas y de bajo coste
La experiencia de esta DANA deja clara la necesidad de implementar soluciones concretas para dotar a los agentes de herramientas que garanticen su seguridad y mejoren su capacidad de respuesta. Éstas son algunas propuestas clave:
1º) Protección de equipos de comunicación:
▪ Fundas estancas de alta resistencia: Diseñadas para proteger walkie-talkies y teléfonos frente a barro y agua, asegurando su funcionamiento incluso en las peores condiciones. (Coste desde 10 €).
▪ Equipos de comunicación con certificación IPX8: Equipos especialmente diseñados para resistir la inmersión, como el modelo Icom IC-M73 EuroVHF Portátil. (Coste desde 260 €).
2º) Equipos de rescate acuático:
▪ Aro Salvavidas SOLAS: Dispositivo visible y resistente con luz y rabiza flotante de 30 metros. Ideal para rescates en zonas de inundación. (Coste desde 90 €).
▪ EPI Chalecos Salvavidas Hinchables: Equipos ligeros y compactos que garantizan la flotabilidad de la persona en situaciones de emergencia. (Coste desde 60 €).
▪ Otros equipamientos serían las cuerdas de rescate flotantes: Diseñadas específicamente para operativos en agua, con longitudes de hasta 50 metros. (Coste desde 20 €).
La amenaza del cambio climático exige preparación
La frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, como las Depresiones Aisladas en Niveles Altos (DANAs), comúnmente conocidas como «gotas frías», ha experimentado un aumento significativo en los últimos años, especialmente en la vertiente mediterránea. Este incremento está estrechamente vinculado al calentamiento del Mar Mediterráneo, cuyo aumento sostenido de la temperatura media se considera un factor crucial en la generación de las DANAs, ya que proporciona la energía necesaria para su formación y desarrollo.
El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, a través de su área de Gestión de Riesgo, establece que las inundaciones son la catástrofe natural que más daños personales y materiales causa en España. Herramientas como el Catálogo Nacional de Inundaciones Históricas (CNIH) y proyectos como MEDIFLOOD, desarrollado por la Universidad Politécnica de Cataluña, se centran en la gestión del riesgo climático y en el diseño de estrategias para reducir la vulnerabilidad de las poblaciones afectadas.
Los datos recopilados por MEDIFLOOD, que abarcan un periodo de hasta 1.000 años, evidencian la recurrencia de estos fenómenos meteorológicos extremos y resaltan la magnitud del desafío que representan. Las proyecciones climáticas para un futuro condicionado por el calentamiento global indican una mayor irregularidad en los patrones de precipitaciones, con la coexistencia de periodos prolongados de sequía y un aumento en la frecuencia e intensidad de lluvias torrenciales. Esta tendencia subraya la necesidad de fortalecer la capacidad de preparación tanto de la sociedad como de las fuerzas de seguridad y protección civil.
En este contexto, resulta imperativo llevar a cabo una revisión exhaustiva que permita identificar y abordar las causas subyacentes a las deficiencias de previsión y equipamiento observadas, ya sea por limitaciones presupuestarias, déficit organizativo o cualquier otra circunstancia. La adecuada evaluación del riesgo, la planificación de estrategias y asignación de recursos resulta esencial para garantizar una respuesta lo más efectiva posible ante los fenómenos meteorológicos extremos, cuya frecuencia y severidad seguirán aumentando debido al cambio climático.
Un compromiso ineludible para el futuro
Los episodios vividos durante la reciente DANA deben representar un punto de inflexión en la gestión de emergencias. Es imperativo que las autoridades competentes analicen detenidamente estas experiencias y actúen de manera consecuente, incorporando equipamiento especializado como parte de la dotación estándar de los vehículos policiales y de emergencias. Este paso debe estar acompañado de una formación específica para los agentes en materia de inundaciones y rescates acuáticos, así como del mantenimiento preventivo adecuado de dichos recursos. No se trata solo de una medida lógica, sino de un deber hacia los agentes que, día tras día, se encuentran en la primera línea de actuación.
Nuevamente, los agentes han demostrado su compromiso y valentía frente a la adversidad. Sin embargo, no pueden continuar enfrentándose a futuras catástrofes sin las herramientas adecuadas. La lucha contra un «mar interior» sin los medios necesarios ha evidenciado la urgente necesidad de dotar a los agentes con equipos de protección propios del ámbito náutico.
La incorporación de equipamiento adecuado, como fundas estancas, sistemas de comunicación con certificación IPX8 resistentes a inmersiones, aros salvavidas y chalecos hinchables, fortalecería significativamente su capacidad de respuesta, a la vez que reduciría la dependencia de soluciones improvisadas, tales como cadenas humanas o cinturones. Estas medidas, además de mejorar la eficiencia operativa, garantizarían la seguridad tanto de los agentes como de los ciudadanos afectados.
Preparar a la sociedad para afrontar estos fenómenos extremos y dotar a las fuerzas de seguridad de los recursos necesarios constituye un imperativo moral. Proteger a quienes nos protegen es, en última instancia, garantizar la seguridad de todos los