Un agente de la Policía Municipal de Bilbao, con 42 años y una trayectoria de 18 años en el cuerpo, se ha visto obligado a reincorporarse a su puesto en la Unidad Canina el 21 de septiembre, a pesar de contar con informes médicos que desaconsejan su regreso.
Esta situación se produce tras un año y medio de baja por estrés como consecuencia de un enfrentamiento con su oficial-jefa, a la que denunció por acoso laboral. El agente había solicitado, al reincorporarse, ser reubicado en otro puesto para evitar coincidir con la oficial, pero la Dirección de Prevención de Riesgos Laborales del Ayuntamiento de Bilbao le negó la reasignación, argumentando que no presentaba una limitación psicofísica suficiente para impedir el desempeño de su labor habitual. Sin embargo, el agente afirma que sigue bajo tratamiento con tranquilizantes fuertes para la ansiedad, lo que le impide conducir o portar el arma reglamentaria.
Antecedentes Disciplinarios
La oficial-jefa de la Unidad Canina, en el cargo desde 2022, abrió en menos de un año tres expedientes disciplinarios por faltas graves contra el agente. Dos de estos expedientes quedaron archivados en la fase administrativa y el tercero fue resuelto con absolución judicial. En cada expediente, el agente se enfrentaba a la posibilidad de hasta seis meses de suspensión de empleo y sueldo, lo que podría haber supuesto su expulsión del cuerpo. El primer expediente, aunque data de enero de 2023, fue notificado casi un año después, justo antes de que venciera el plazo de prescripción.
El primer expediente se inició tras una intervención en una tienda de ropa del Casco Viejo, donde una clienta permanecía en un probador más de veinte minutos. El agente y su compañero, tras no recibir respuesta, abrieron la cortinilla del probador. Posteriormente, la mujer presentó una queja por la actuación policial y la oficial-jefa consideró que la actuación no había sido proporcionada, aunque se hallaron indicios de posible robo. Los otros dos expedientes se refieren a un justificante supuestamente falsificado por ausentarse mientras cuidaba la base de la Unidad Canina en el monte Kobetas (enero de 2024) y a llevar zapatillas deportivas negras en vez de las botas reglamentarias, aunque otros compañeros también las utilizan, pero solo a él se le abrió expediente.
Denuncia por Acoso y Reacciones
El agente activó el protocolo de acoso del Ayuntamiento al sentirse objeto de trato discriminatorio e incluso de inquina por parte de la oficial-jefa. Señala que, a pesar de sus 18 años en la unidad, no se le ha asignado perro y fue separado de su compañero habitual. Defiende que su expediente es inmaculado y nunca ha tenido problemas con anteriores jefes.
El Ayuntamiento de Bilbao encargó a una empresa interna un informe exhaustivo sobre el caso, pero, al no estar conforme con el resultado, el agente denunció ante la Inspección de Trabajo de Bizkaia. Esta inspección concluyó con un requerimiento definitivo de obligado cumplimiento para el Consistorio, tras entrevistar a los 40 integrantes de la unidad canina y detectar un conflicto laboral cronificado y un ambiente hostil, conocido por toda la plantilla. La mitad de los expedientes disciplinarios abiertos en la Policía Municipal bilbaína corresponden a esta unidad, y tres de ellos al agente en cuestión.
La Inspección de Trabajo también revela un episodio no denunciado oficialmente: la aparición de una pintada obscena en la puerta de la oficial-jefa. Para mejorar la situación, propone formación en gestión de conflictos para los agentes y seis sesiones de ‘coaching’ para la oficial-jefa, encaminadas a fomentar un liderazgo dialogante, que ya se han completado. Además, recomienda una posible reasignación de puestos y una evaluación de riesgos psicosociales en Kobetas.
Por su parte, el Ayuntamiento asegura que se han seguido los procedimientos internos y los protocolos establecidos para abordar la situación.
