Un coche irrumpe en la procesión del Martes Santo de Cieza (municipio de la Región de Murcia con 35.227 habitantes) y siembra el pánico entre cofrades y asistentes.
La noche del Martes Santo en Cieza, que hasta ese momento se había vivido con devoción, respeto y solemnidad, se vio abruptamente alterada por un suceso tan insólito como alarmante. Un individuo irrumpió con su coche en plena procesión, provocando momentos de tensión, gritos, y una estampida de asistentes y cofrades que huyeron aterrados.
¿Qué ocurrió?
Según testigos presenciales y fuentes policiales, el conductor seguía de cerca al Tercio Romano —el último paso de la procesión— y, al no poder continuar con su vehículo, perdió los nervios y trató de arremeter contra los cofrades. Acto seguido, bajó del coche portando un objeto que resultó ser el tubo de una aspiradora, con el que amenazó a los presentes.
El desconcierto se apoderó del lugar, y los asistentes huyeron en distintas direcciones, generando una estampida en la que había riesgo real de atropellos, caídas o lesiones, especialmente teniendo en cuenta la presencia de niños, personas mayores y familias completas.
La intervención policial evitó una desgracia
Afortunadamente, la rápida actuación de un guardia civil de paisano que se encontraba entre los asistentes, junto con la intervención de la Policía Local de Cieza, evitó una tragedia mayor. La coordinación y profesionalidad de los agentes permitió reducir al individuo y controlar la situación antes de que ocurrieran daños personales graves.
El incidente tuvo lugar hacia las 00:15 horas, poco después del acto de ‘El Prendimiento’, que había contado con la asistencia de destacadas autoridades como el presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, y la consejera de Cultura, Carmen Conesa.
En cada evento público, y especialmente en celebraciones religiosas con miles de asistentes, la Policía Local cumple un papel silencioso, pero esencial. Planifican recorridos, coordinan accesos, gestionan emergencias y, como en este caso, salvan vidas. Su presencia debe ser valorada, apoyada y, sobre todo, respetada sin excepciones.