El último fin de semana de agosto se presenta intenso. Millones de conductores vuelven a sus hogares tras las vacaciones, y las carreteras vivirán uno de los momentos más críticos del verano. Este año, además, el calendario no ayuda: sábado 30 y domingo 31 concentrarán buena parte de los desplazamientos.
La mejor receta para evitar atascos kilométricos, accidentes o el cansancio acumulado es sencilla: prepararse con antelación, conducir con calma y adelantarse al tráfico antes de que sea él quien nos atrape.
Planifica antes de arrancar
Uno de los errores más habituales es improvisar el viaje. Cuanto antes se decida la fecha y hora de salida, mejor. Aunque no siempre es posible elegir el día, sí podemos optar por un horario menos saturado: salir de madrugada —cuando aún no asoma el sol— reduce de forma notable las probabilidades de toparnos con retenciones.
Además, conviene revisar bien el itinerario. No te limites a seguir el navegador: busca rutas alternativas, zonas de descanso y carreteras secundarias que te permitan esquivar puntos conflictivos.
No olvides a tu mejor aliado: tu vehículo
Antes de arrancar, dedica unos minutos a revisar niveles de aceite, líquido de frenos, agua y el estado de los neumáticos. Un coche en buen estado reduce riesgos y te da la tranquilidad necesaria para afrontar el viaje con garantías.
La carretera exige paciencia
Las retenciones son inevitables en la operación retorno. Ante ellas, la clave es anticiparse: enciende las luces de emergencia al detectar la cola, frena de manera progresiva y mantén siempre la distancia de seguridad.
La prisa nunca debe superar a la prudencia.
Si el atasco se produce en un túnel, recuerda apagar el motor y seguir en todo momento las indicaciones de la autoridad de tráfico.
Descansa antes y durante el trayecto
El cansancio es tan peligroso como la velocidad. Dormir al menos 8 horas la noche anterior y evitar comidas copiosas es fundamental para mantenerse alerta. Durante el viaje, la norma de oro: parar cada dos horas o 200 kilómetros. Aprovecha esos descansos para estirar las piernas, tomar un café o hidratarte. Y si notas fatiga antes de ese intervalo, no dudes: párate, tu seguridad vale más que el reloj.
Los últimos kilómetros, la trampa invisible
El momento de mayor peligro llega justo al final, cuando la sensación de “ya estamos en casa” nos relaja demasiado. No bajes la guardia. Mantén la atención hasta el último metro y, si notas sueño o cansancio, haz una última parada aunque solo falten unos pocos kilómetros. Llegar un poco más tarde siempre será mejor que no llegar.
Un viaje seguro es un viaje bien pensado
El regreso de las vacaciones no tiene por qué convertirse en una pesadilla. Con planificación, descansos adecuados y respeto a las normas, tu vuelta a casa puede ser tan tranquila como los días de descanso que acabas de disfrutar.
La meta no es llegar rápido, sino llegar seguro. ¡Buen viaje y precaución en la carretera!

















