Detenida una persona por la Policía Municipal de Madrid con 115 gramos de “cocaína rosa” escondida en botes de vitaminas. Ocurrió hace unos días en el distrito de Tetuán de la capital, y el hallazgo fue gracias a la colaboración de los perros de detección de drogas de la patrulla canina de la Policía Municipal. Al detenido se le han instruido diligencias judiciales por la presunta comisión de un delito contra la salud pública.
¿Que es el “tusi”?. En el reportaje de National Geographic España, de Sergio Parra (febrero 2024), se explica.
El tusi, conocido también como «cocaína rosa», es un término que se ha popularizado para describir una mezcla peligrosa de sustancias psicoactivas. Su nombre proviene de una deformación del 2C-B, una droga sintetizada en 1974 por Alexander Shulgin, perteneciente a la familia de las fenetilaminas.
El 2C-B, en su forma pura, ofrece efectos alucinógenos y estimulantes, y ha sido valorado en ciertos círculos por su capacidad para inducir experiencias sensoriales intensificadas y un estado de empatía aumentada, tales como otros psicodélicos, como el LSD.
Sin embargo, el tusi dista mucho de esta sustancia original. En lugar de ofrecer una experiencia predecible, combina de forma indiscriminada drogas como la ketamina, MDMA, y a veces, compuestos mucho más peligrosos como fentanilo, creando un cóctel de efectos impredecibles y altamente peligrosos para la salud.
La composición de la cocaína rosa vendida en España, según los análisis de Energy Control, una iniciativa respaldada por el Ministerio de Sanidad, revela una mezcla intrigante de ketamina, MDMA y cafeína.
La ketamina, originalmente un anestésico de uso veterinario, posee propiedades psicoactivas y es metabolizada por el hígado. Sin embargo, en el contexto recreativo y en combinación con otras sustancias, sus riesgos se amplifican. El aumento de la presión arterial y de la frecuencia cardíaca son efectos cardiovasculares directos que pueden poner en peligro a individuos con condiciones preexistentes o predisposiciones genéticas.
La MDMA, por otro lado, es una anfetamina sustituida conocida por sus efectos estimulantes y alucinógenos, capaz de alterar significativamente la percepción sensorial y la experiencia emocional del usuario. Sin embargo, estos efectos deseables se acompañan de riesgos significativos, como la hipertermia, una condición potencialmente letal donde la temperatura corporal asciende a niveles críticos, y la deshidratación, exacerbada por ambientes cálidos y actividad física intensa, comunes en contextos de fiesta.
Los trastornos cardiovasculares, incluyendo arritmias y eventos isquémicos, representan otro riesgo grave asociado al consumo de MDMA, particularmente en entornos donde el acceso a asistencia médica inmediata puede ser limitado.
La cafeína, aunque ampliamente consumida y percibida como benigna en comparación, no está exenta de riesgos, especialmente en el contexto de policonsumo. Su capacidad para incrementar la presión arterial y la frecuencia cardíaca puede potenciar los efectos de la ketamina y el MDMA, llevando a un estado de hiperestimulación cardiovascular que aumenta el riesgo de eventos adversos, desde palpitaciones y ansiedad hasta crisis hipertensivas y arritmias graves.
En conclusión, la adaptación del 2C-B al tusi no es simplemente una cuestión de cambio de nombre, sino una transformación que aumenta exponencialmente los peligros asociados a su consumo. La inclusión de diversas sustancias en esta mezcla hace que cada dosis sea una «ruleta rusa» química, con potenciales efectos adversos que van desde la confusión y la agitación hasta complicaciones letales como el síndrome serotoninérgico.
La variabilidad de su composición, lejos de cualquier control de calidad, expone a los usuarios a riesgos imprevisibles, complicando enormemente la tarea de los servicios de salud a la hora de tratar intoxicaciones agudas.