Una mujer, víctima de violencia de género, que estaba bajo la protección de la Policía Local de Marbella, envió a este Cuerpo un mensaje de WhatsApp con el texto «Necesito ayuda». La mujer informó que estaba en casa de su expareja, que se encontraba en libertad vigilada por agresor de género. La agente que hacía seguimiento a la víctima recibió por WhatsApp un vídeo donde se veía todo muy oscuro y se escuchaba a la mujer, aunque no llegaba a entender lo que decía.
La Policía Local recibió el mensaje a las 5:00 horas, intentó contactar con la víctima y, al no conseguirlo, alertó a la central del 092 para que acudieran patrullas al domicilio del agresor, según informa el diario SUR de Málaga.
Los agentes llamaron con insistencia a la puerta, pero nadie respondía ni eran contestadas las sucesivas llamadas al teléfono de la víctima y al del hombre. Ante la sospecha de que ella pudiera estar retenida dentro, avisaron a los bomberos para que les ayudaran a entrar.
Los bomberos plantearon acceder a la vivienda desde los balcones de los vecinos, pero resultó inviable; probaron con la cerradura, pero el bombín se rompió, hasta que decidieron recurrir a una maza para destrozar la puerta.
El agresor se descolgó por el balcón
En ese instante escucharon al hombre desde el interior muy alterado y que se negaba a dejarlos entrar, intentó bloquear la entrada colocando un mueble al otro lado de la puerta y cuando vio entrar a los agentes, corrió hasta el balcón y se descolgó del mismo sujetándose a la barandilla con un brazo con la amenaza de suicidarse.
Los policías no encontraban a la víctima, solo hallaron a una anciana de 93 años, madre de él y que había empezado a vomitar del nerviosismo, por lo que solicitaron una ambulancia para que se le atendiera.
A la vez que intentaban convencer al hombre de que no se suicidara, le preguntaban dónde se encontraba su expareja y este dijo que no estaba allí. Al registrar la casa por segunda vez y levantar el canapé de la cama, descubrieron a la mujer encerrada, casi inconsciente, con la mirada perdida y que ni siquiera se podía mantener en pie.
Los policías la cogieron en brazos para sacarla del hueco bajo el colchón y llevarla al hospital, mientras el hombre cesaba en su actitud y se entregaba a los agentes.
El agresor tenía vigente un control específico al haber sido denunciado por malos tratos previos, los agentes le leyeron los derechos por detención ilegal al entender que la tenía retenida, por violencia de género y por resistencia y desobediencia grave y lo trasladaron a la comisaría de la Policía Nacional.